Instrucciones porteñas para vivir en Mendoza III: El zonda

En Cuyo la gente se queja del zonda, así en general. Usted debe tener en cuenta que hablar del zonda es como decir “el bien”, o “el mal” o “lo mejor para todos”: una idea demasiado general e imprecisa. Este viento increíblemente seco, que nace húmedo en el Pacífico y deja toda el agua al otro lado de la Cordillera, se experimenta de tres maneras distintas:
- El zonda en altura. El viento sopla allá en lo alto; no levanta tierra sino que crea una capa de calor que eleva unos 10 grados la temperatura normal del invierno. Si su presión es alta, escóndase y quédese quieto. Si, en cambio, tiende a la baja, aproveche esta incomparable inyección de energía que le permitirá limpiar la casa, lavar el auto y retapizar los muebles en poco más de tres horas. Esto será así hasta que su cuerpo termine su adaptación y usted pase a sufrirlo con dolores de cabeza, como le ocurre a cualquier mendocino promedio.
- El zonda en el llano ajeno. Y el coletazo en el propio. La temperatura sube unos 20 grados, el oxígeno desaparece y a usted no le queda energía ni para desear morirse. Ahora es cuando comienza a entender a los nativos que se quejan.
- El viento zonda en todo su potencial. Si sale a la calle, tiene garantizada una trifulca con alguien tan alterado como usted por el hecho de estar respirando tierra. Es que el viento está soplando bajo y levanta toda la tierra suelta que encuentra a su paso. La leyenda dice que dura exactamente doce horas, pero ya con la mitad de eso se hace insoportable. Lo que sigue es la necesidad de barrer, entre protestas e insultos, todos los ambientes, que se han llenado de tierra. Igual que sus vías respiratorias.

Comentarios

Mafa dijo…
Hola Elizabeth
Me encantó esta entrada sobre el zonda. Resulta todo un aprendizaje para el porteño desacostumbrado pero parece que lo estás haciendo muy bien.
¡Enhorabuena!
Saludos

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