Sonriendo con ganas, nena
Leo sobre el viaje, sobre la escritura como viaje, viajo y más allá del paisaje (las montañas, el frío seco, la nieve, el sol brillante y magnífico) descubro un nuevo territorio en mí, una península de clima paradisíaco y cielo azul enclavada en un mar de emociones nuevas.
Soy feliz.
Llevo más de 20 años escribiendo desde esa usina de ideas y metáforas cínicas que es la tristeza. Algunas de mis mejores ideas surgieron de amores perdidos, de la solitaria incomprensión, de ver el mundo y no encajar en él. El mundo sigue siendo complicado, cruel e injusto, pero tengo mi pequeño oasis y estoy aprendiendo a disfrutarlo. Lo complicado es escribir desde la felicidad. Es facilísimo hacerlo desde el bajón, es muy productivo hacerlo sobre el bajón, pero no es mucho ni bueno lo que hay para escribir acerca de la felicidad. De compartir la propia alegría a caer en la cursilería y el poema barato hay menos de un paso.
La base del problema es que no puedo transmitir nada hasta no conocerlo primero, y no tengo muy en claro quién soy en este momento. Me resulto nueva, sonrío más, me paro más erguida y no sé adónde se han ido esos miedos que alimentaban mis cuadernos y mis documentos de word, ni qué nombre tiene toda esta dulzura compartida.
No tengo las certezas suficientes para ir más lejos. En este punto sólo hay preguntas. Acabo de descubrirme, pero sigo inexplorada.
Soy feliz.
Llevo más de 20 años escribiendo desde esa usina de ideas y metáforas cínicas que es la tristeza. Algunas de mis mejores ideas surgieron de amores perdidos, de la solitaria incomprensión, de ver el mundo y no encajar en él. El mundo sigue siendo complicado, cruel e injusto, pero tengo mi pequeño oasis y estoy aprendiendo a disfrutarlo. Lo complicado es escribir desde la felicidad. Es facilísimo hacerlo desde el bajón, es muy productivo hacerlo sobre el bajón, pero no es mucho ni bueno lo que hay para escribir acerca de la felicidad. De compartir la propia alegría a caer en la cursilería y el poema barato hay menos de un paso.
La base del problema es que no puedo transmitir nada hasta no conocerlo primero, y no tengo muy en claro quién soy en este momento. Me resulto nueva, sonrío más, me paro más erguida y no sé adónde se han ido esos miedos que alimentaban mis cuadernos y mis documentos de word, ni qué nombre tiene toda esta dulzura compartida.
No tengo las certezas suficientes para ir más lejos. En este punto sólo hay preguntas. Acabo de descubrirme, pero sigo inexplorada.
Comentarios
Todos nosotros somos una tierra inexplorada, aun en el último segundo de nuestra vida.
Sabina dijo que a él le gustan más las canciones tristes y que escribe mejor cuando no anda bien y si el jefe lo dice es seguro que tiene un buen porcentaje de razón.
Hay muy pocas canciones felices o sobre la felicidad que sean buenas.
Leí por ahí que Sábato dijo (me parece) que "el arte salva". Él pinta cuadros surrealistas. No se si alguien necesita que lo salven de la felicidad pero seguro que sí de la tristeza. ¿La tristeza lleva a la producción de arte?
Carlitos: La tristeza es más capitalizable (disculpen el término) que otros estados, eso es todo. Si escarbamos, es probable que todos necesitemos salvarnos o ser salvados de algo. El arte puede llegar a salvar, pero en principio, me parece, es resistencia.
Es lindo, muy lindo lo que vivís. Bueno, vos ya lo sabés!
Saludos